ARNALDUS

Marco Temporal

Primera mitad del siglo XII.

Marco Geográfico

Monasterio de Santa María de Ripoll (Ripollès, Catalunya).

Técnicas

Mosaico (opus tessellatum).

Perfil y debate historiográfico

ARNAU / ARNALDUS/ ARNADUS

Durante la primera mitad del siglo XII, probablemente durante el abadiado de Pere Ramon (1134 – 1153), el Monasterio de Ripoll enriqueció su abadía con nuevas obras que le permitirían aumentar su prestigio. Entre ellas encontramos el pórtico (de hacia 1140), el baldaquino, el mosaico y el claustro (este último hacia la segunda mitad del siglo XII, empezando por la galería norte). 

Del mosaico del siglo XII, ubicado en el presbiterio, se ha hablado relativamente poco. Actualmente, solo se conservan dos fragmentos originales (uno en el Museo Etnográfico de Ripoll y el otro en la colección privada Rogent de Collbató). El que hallamos hoy es fruto de la restauración de Elies Rogent en el siglo XIX. Para poder conocer su totalidad debemos recorrer a un dibujo de Josep Mª Pellicer y Pagès del año 1888. 

La singularidad del mosaico, sin duda, es la firma de un personaje llamado Arnaldus que, a pesar de que el fragmento de mosaico que contenía su signatura no ha pervivido, la podemos leer en el dibujo de Josep Mª Pellicer y Pagès. Es un testimonio excepcional,  ya que no se han hallado más firmas de época románica en un mosaico.

Arnaldus dejó constancia de su nombre en la cenefa izquierda de la composición del mosaico, donde se puede leer “AR NA L”. Cabe pensar, entonces, que él sería el artífice de esta obra. Es excepcional hallar la signatura de artistas en época románica y la de Arnarldus se suma a la de otras de gran importancia, como por ejemplo: Magister Alexander en el frontal de San Genís de Fontanes, Elisava en el Estandarte de Ot, Arnau Cadell en el claustro de Sant Cugat del Vallés o Ramon de Bianya en la tapa del sarcófago de Ferran de Soler, entre otros. 

El dibujo y la descripción del mosaico fueron publicados por el historiador ripollés Josep Maria Pellicer y Pagés en 1888, interpretando lo que faltaba. Según su teoría, el pavimento dibujaba un rectángulo que ocupaba la superficie del presbiterio, con unas dimensiones de 11 metros de largo por 9 metros de ancho. Se conformaba de dos registros, el superior con 24 medallones y el inferior con seis delfines colocados simétricamente de dos en dos, formando líneas curvas que delimitaban la letra “M”, monograma de María, con el objetivo de que los fieles recordasen la Madre de Dios a quien estaba dedicado el monasterio. Uno de los delfines tenía tres rayas rojas en forma de abanico que emergían de su cabeza. En el ángulo inferior izquierdo de la cenefa exterior se encontraba la firma de Arnaldus, AR NA L, dispuesta de manera que cada dos letras eran situadas dentro de un cuadrado, quedando un espacio para completar el nombre entero de ARNALDUS. Las letras eran grandes y se constituían de pequeñas teselas, cada una dentro de un círculo, aplicadas con la técnica del opus tessellatum.

El rectángulo superior del mosaico se completaba con los veinticuatro medallones, dispuestos en tres franjas de ocho círculos cada una y unidas entre ellas con círculos más pequeños. Dentro de los círculos mayores había una serie de representaciones de animales: felinos, corderos, basiliscos, serpientes, gallos, pavos reales y cetus. Cabe pensar que la iconografía marina del mosaico probablemente se inspiró en las representaciones del manuscrito ripollés Ms. Vat. Reg. Lat. 123, del siglo XI, tal y como se puede ver en dos de los medallones del mosaico con la representación de Cetus(Ibarburu, 1984), así como en los delfines confrontados que recuerdan tanto a la constelación del Delfín del f.198v del manuscrito ripollés, como también al “CETE GRANDIA” del tapiz bordado de la Creación del Museo de la Catedral de Girona (Castiñeiras 1995, 2011), este último aproximándose más a la cronología del mosaico. No podemos olvidar que, además, la tradición local interpreta a los delfines como una metáfora de la ubicación del monasterio entre los dos ríos que cruzan la villa de Ripoll (el Ter y el Freser). Para finalizar la composición, en cada espacio vacío, formado por la unión de cuatro círculos, se observa una cruz que contiene las ramas terminadas en flores de lis (Pellicer, 1888).

Los materiales con los que fue realizado el mosaico eran originarios de la región ripollesa y los colores más utilizados en la composición fueron el blanco, el negro, el rojo y el amarillo anaranjado. 

Erróneamente, la historiografía había identificado el Arnaldus del mosaico del siglo XII con otro monje del Monasterio de Ripoll del siglo XI, que vivió durante el abadiado del abad-obispo Oliba, y que también se llamaba Arnaldus. Esta atribución era justificada por la influencia iconográfica del manuscrito ripollés Ms. Vat. Reg. Lat. 123 – del siglo XI – en el mosaico, y por la firma de Arnaldus como magister scholarum en la prosopopeya del manuscrito Ms. 42 de la Corona de Aragón, también del siglo XI (Pellicer 1888; Pijoan 1914; Puig i Cadafalch 1920, 1925). Había sucedido lo mismo en el pórtico que, aún ser del siglo XII, sabemos que su repertorio figurativo se inspiró en manuscritos del siglo XI.

Los nuevos estudios que tratan la cuestión (Barral 1973, 1979; Castiñeiras 1995, 2011, 2013) piensan que el mosaico se debería datar hacia la primera mitad del siglo XII, momento denominado por Eduard Junyent como la segunda época de grandeza del monasterio. Según Barral, la colocación de un mosaico y un baldaquino nuevos hubiesen podido enriquecer el presbiterio de la abadía ripollesa; Castiñeiras, añade que el Prior Guillelmus sería probablemente el supervisor de las nuevas obras del monasterio de Ripoll durante el abadiado de Pere Ramon (1134 – 53) y aproxima la cronología del mosaico hacia el año 1140, coincidiendo con la creación del pórtico y el baldaquino (Castiñeiras 2013).

El descubrimiento del mosaico y su destrucción van en paralelo. La primera noticia del mosaico nos la da Jaume Villanueva, que visitó el monasterio en el año 1800, no obstante no describió su estado de conservación. Los acontecimientos más importantes que contribuyeron a la destrucción del mosaico fueron: el terremoto que en 1428 derribó la vuelta de cañón de la basílica; las sucesivas reconstrucciones, principalmente aquellas entre 1826 – 1830 y el incendio de 1835, así como el derrumbamiento de la vuelta gótica en 1860. La reconstrucción de Elias Rogent (1885 – 1893), junto con el abandono total que la precedía, acabaron de destruir lo que quedaba del mosaico (Llagostera, Peig, Pladevall 2015).

La destrucción definitiva del mosaico se produjo durante la intervención de Elias Rogent, en el marco de la excavación debajo del presbiterio con el objetivo de localizar la cripta (actual necrópolis) de la basílica, junto con la extracción de un sarcófago hallado en 1882 debajo del mosaico. Las excavaciones en el presbiterio y en el crucero de la basílica durante los años 1969 hasta 1976 conllevaron el levantamiento del mosaico moderno. Esta actuación permitió comprobar que el mosaico románico había desaparecido completamente. 

Obras

Mosaico del presbiterio de Santa María de Ripoll (actualmente desaparecido). Se conservan únicamente dos pequeños fragmentos originales (uno en el Museo Etnográfico de Ripoll y el otro en la Colección privada Rogent de Collbató).

Textos Epigráficos

"ARNAL" + (DUS): cenefa izquierda del antiguo mosaico de Santa María de Ripoll.

 

Texto: Laia Cutrina Gallart

Bibliografía

Pellicer 1888; Pijoan 1914: 7-9; Puig i Cadafalch 1920: 309, 1925; Barral 1971, 1973 a: 311 – 359, 1973 b: 139 – 161;1979: 55 – 94; Ibarburu 1984: 98; Castiñeiras 1994: 98 – 100, 1995: 104, 105, 119, 2011, 2013: 133 – 135; Llagostera, Peig, Pladevall 2015.