Coberta del sarcòfag de Constança d’Aragó i de Navarra
Marco Temporal
c. 1363Técnicas
Se trata de una cubierta de 214 x 65 x 30 cm a dos aguas. La parte de la losa inclinada donde reposa la reina hace aproximadamente 49,5 cm de ancho con un ángulo de inclinación poco importante, lo que nos lleva a pensar que el monumento original no debería de quedar a mucha altura. La figura hace unos 2 m de longitud desde la almohada hasta lo que queda de la figura del perro a sus pies. De todo el trabajo escultórico se puede decir que solo queda un 10% en un estado mínimamente aceptable.
La reina reposa su cabeza sobre una almohada heráldica bordada con motivos vegetales donde están grabados los tres escudos de sus alcurnias: materna, paterna y la de su esposo. Hay una hilera de escudos en los extremos de la almohada. Desde la parte más próxima al cuerpo, encontramos los rombos con las cadenas de Navarra; en medio, los de las barras de Aragón y, a los dos extremos más alejados, el escudo de la dinastía aragonesa de los reyes de Sicilia. Es una almohada importante que inspira confort.
De lo que corresponde a la parte escultórica de la cabeza que reposa sobre la almohada, la cara no ha sufrido ningún desperfecto pero la frente ha sido descabezada para arrancarle la corona, que posiblemente era de metal e iba fijada en dos pequeños agujeros en las sienes. Se adivina un peinado similar al que encontramos en las miniaturas del Libro de Horas de su madre, es decir, una abundante cabellera recogida en trenzas y cubierta por un velo o gandaya[1].
El escultor anónimo de esta pieza de mármol ha conseguido transmitir toda la dignidad de un gran personaje aunque el único fragmento que no ha quedado destrozado por los golpes de cincel es la cara. La joven reina tiene los ojos cerrados con las órbitas muy salidas. El espacio ocular queda perfilado por unas cejas que nacen de una nariz recta e importante, lo que hace pensar en algunas figuras de los retablos de los hermanos Serra y las imágenes de la celda de San Miguel de Pedralbes. Los labios delgados dibujan una boca casi cerrada que acaba en unas mejillas redondeadas y relucientes. La barbilla parece tener un hoyuelo que le da este aire de persona agradable, casi sonriente. Lo que no se corresponde con todo este conjunto es el cuello que es exagerado y desproporcionado. Pudo haber estado cubierto por un rico fulard o savena.
La figura yacente va vestida con una amplia vestidura real, posiblemente a base de gonela y manto principesco, que le cubre todo el cuerpo. Tiene las manos cruzadas sobre el vientre y los dedos de la mano izquierda, que quedan bajo la otra, están bien formados y acaban en pequeñas uñas redondas. Son unas manos jóvenes. Tiene los antebrazos cubiertos con unas mangas ceñidas con una sarta de botones. Desde los hombros le cae una capa ribeteada o fresada con cenefa a base de rombos (AYMERICH, 2018). que parece estar sujeta por un broche a la altura del pecho. Los pies, cubiertos de pliegos de ropa, reposan sobre lo que queda de un cachorro.
Perfil y debate historiográfico
Según la historiadora Roberta Carchiolo, la caja y el yacente, actualmente unidos en un único sarcófago, en origen debían de pertenecer a dos tumbas diferentes. La figura de la difunta yacente es la hija del Cerimoniós: “Costanza Perez di Aragona e Navarra” (CARCHIOLO, 2015). Mientras, que de hecho, a mío juicio, la caja del sarcófago de Constanza debió de ser concebido para alojar el cuerpo de María de Sicilia (1362–1401), su hija, cuando fue trasladado desde Lentini en Catania. Intuición compartida con la profesora Sciascia (2012) y que con la intervención de Paola Vitolo en el Convegno internazionale, Catania 2017, quedaba expuesto que “il coperchio è da riferire alla aepoltura di Costanza, la casa doveva provenire invece dalla tomba di sua figlia Maria” (VITOLO, 2018).
Cuando se abrió la tumba a finales de 1958, en su interior se encontró un tubo de plomo con un pergamino que confirmaba que la persona que estaba enterrada era: “CONSTANTIA REGINA (…)”. Entre los huesos esparcidos y fragmentos de ropa había un cráneo en buenas condiciones (REALE, 1983). Este desorden, probablemente, había sido debido al reconocimiento del 1605 y el posterior traslado de la tumba al ábside central de la catedral. El monumento original donde fue enterrada la reina Constanza parece que podría haber sido situado cerca de la cripta dedicada a la patrona de Catania, santa Ágata (VITOLO, 2018).
En 1597 ya se había instalado el nuevo coro de madera de Scipione de Guido (1590) y se estaban decorando las paredes del presbiterio con frescos de Giovanni Battista Corradini (ca.1572–1659). Aquel mismo año, el Senado de Catania levantó acta que se había recibido la autorización de Palermo para colocar las tumbas – la de Frederic II/III, hijo de Pere el Gran, y la de la reina Constanza – sobre la sillería del coro. La autorización llegaba firmada por el Virrey D. Giovanni Ventimiglia (1559–1619). En aquel momento se debió hacer el reagrupamiento de los restos de la familia de Frederic II/III (†1337) a su gran sarcófago paleocristiano del tipo “Sidamara” que actualmente se encuentra en la capilla de Madonna. En su interior están los cuerpos del rey Frederic hermano de Jaume II de Aragón; de su hijo, Giovanni di Randazzo (†1348); de su nieto, Luis I (†1355); y los de su bisnieta, María I (†1402) y su hijo, Pere o Frederic (†1400). Esta tumba fue empotrada en la pared izquierda, justo frente a la de la reina. Se cree que para poder fijar la cal y el estuco que las tenía que cubrir, ambos sarcófagos fueron repicados y rotos en aquella intervención. No se sabía nada de cómo podían ser las tumbas que habían quedado escondidas, pero Io. Baptista De Grossis (1605–1666) en el Decachordum de 1642 ya aseguraba que detrás los textos epigráficos estaban los cadáveres de las personas relacionadas.
El mes de mayo de 1952, durante unas importantes obras de restauración para volver la catedral normanda a su aspecto original y corregir los desperfectos que había ocasionado la gran erupción y posterior terremoto de 1693, se abrieron agujeros en las dos protuberancias barrocas que indicaban el lugar donde estaban las tumbas reales. El domingo 11 de mayo, el Giornale dell’Isola de Catania publicó la noticia del descubrimiento de los dos sarcófagos empotrados en las paredes del ábside mayor. En posteriores artículos y publicaciones, el profesor Guido Libertini instaba a sacar las tumbas para poder estudiarlas.
A partir del día 30 de mayo de 1957 la catedral quedó cerrada para continuar las excavaciones arqueológicas y adecuar el suelo del ábside con unas guías para extraer las tumbas de las gruesas paredes normandas. Unos meses más tarde se pudieron bajar los sarcófagos. Y, el día 1 de octubre de 1958, en presencia de las autoridades, se procedió a levantar las cubiertas de mármol de las dos tumbas y analizar su interior.
Con anterioridad al descubrimiento, en un artículo en la revista Il Monserrato de 1918, el literato Gaetano Ardizzoni (1837–1924) auguraba que lo que podía haber bajo los textos epigráficos de las pseudotumbas del presbiterio, no podía ser nada de mucha importancia, puesto que se conservaban algunos fragmentos al museo Castello Ursino que él daba por piezas de las tumbas anteriores (ARDIZZONI, 1918).
Desde el descubrimiento al 1952, la tumba de Constanza de Aragón ha sido comentada por diferentes estudiosos sin poder llegar a determinar su paternidad. Antes de que fuera sacada de la pared, el arqueólogo Guido Libertini (1888–1953) ya la calificaba como un importante documento iconográfico de la madre de la reina María, y concretaba que podía ser el trabajo de discípulos de Tino da Camaino (1280–1336) o de unos escultores de la Italia septentrional o de la misma Sicilia (LIBERTINI, 1952). En aquellas mismas fechas, el duque Francesco Paternò Castello (1893–1982) concluía, erróneamente, que a la vista de los escudos de la almohada, este gisant habría sido encargado durante los años que Blanca de Navarra (1385–1441), esposa de Martí el Jove y que a su muerte ejerció de lugarteniente de la isla del 1402 al 1413 (PATERNÒ CASTELLO, 1952).
El gran estudioso de arte medieval Stefano Bottari (1907–1967), en un extenso trabajo sobre esta tumba, llega a concluir que se trataría de una de las pocas obras del gótico francés en Sicilia. Sería el resultado de la estrecha relación del obispado de Catania con la corte de los papas de Aviñón y estaría relacionado con el encargo del busto relicario de la santa patrona de Catania (BOTTARI, 1954).
Recientemente, la profesora Roberta Carchiolo, ha publicado, siguiendo las anteriores investigaciones, que la corte siciliana recibió la influencia directa de los papas de Aviñón – Gregorio XI – a través de los obispos de Catania, Marziale y Elia di Vaudron, ambos nativos de Limoges, que fueron quien encargaron a Giovanni di Bartolo (Siena not. 1364–1404) el busto relicario de Santa Ágata (1376). Sigue su razonamiento diciendo que nos encontraríamos ante una escultura que podría haber salido de un taller local relacionado con Goro di Gregorio (Siena, mitad siglo XIV) que trabajó en Mesina, o con Nino Pisano (Pisa, not. 1343–1368) que en los años 60 estuvo trabajando en el santuario de la Annunziata de Trapani. Concluye diciendo que lo poco que queda de esta obra no permite poner nombre a su autor, solo decir que estaría dentro de los movimientos artísticos que abarcarían la Toscana, Francia, Nápoles y Sicilia. Dice que “la delicadeza contrasta con el diseño tan tosco de los párpados” (CARCHIOLO, 2015). Se desconoce cómo podría ser el conjunto funerario dedicado a la reina, pero se sabe que afínales del siglo XVI estaba situado “presso l’altare da lei stessa istituito nell’area tra l’abside maggiore e quello meridionale, che era dedicato a sant’Agata, e che ancora oggi custodisce le reliquie della santa” (VITOLO, 2018).
Sin ningún testimonio documental, diría que este monumento podría haber estado el resultado de un encargo impuesto por Elionor de Sicilia a su hermano, Federico el Simple, esposo de Constanza, para afianzar los vínculos de la Corona de Aragón con el reino de la Sicilia insular. El Cerimoniós, con su obsesión propagandística, podría haber propuesto esta imagen donde quedaba reflejada su alcurnia, de acuerdo con las realizaciones sepulcrales que se estaban llevando a cabo en Poblet en aquel momento. Es, en todo caso, plausible que la cubierta de la tumba de Constanza fuera obra de uno de los talleres que a finales del siglo XIV trabajaban directamente para el Casal de Barcelona.
Textos Epigráficos
Inscripción encima del escudo de armas del Reino de Sicilia (pared izquierda del absis mayor de la catedral de Catania, hasta 1952).
CONSTANTIA PETRI III
REGIS ARAG[ON]UM
FILIA
AC FEDERICI III UXOR CATANIE
OBI[I]T ANNO SALU[T]IS MC[CC]LXIII
Textos Documentales
Pergamino encontrado en el sarcófago en el momento de la apertura el 1 de octubre de 1958, Can. Domenico Reale (REALE, 1983, P. 54).
«CONSTANTIA REGINA’HOC / OLIM TVMVLO IN ARA – B. VIG. / A CANDELORA PROPE / SACRARIVUM POSITA · IN / HVNC SVMBLIMIOREM LOCUM / TRANSLATA EST VII KA A · IVLII / ANNO DNI · M · DC · V · PER RVM/ DNV · DOCT.EM PHILVM IORDI ARCHI-/ DIACONVM ET CAIN.VM SE ECCE / CATHEDRALIS ELNEN · ECIARVMQ / OMNIVM IN TOTO HOC SICILIE / REGNO INSPECTOREM · A · CATHOLICA / MAG.E PHIL’REGIS HISPE III · ME / MONARCHE ET SANTÆ SEDIS / APOSTE LEGATI NATI MISSVM».
Texto: Pilar Viladomiu
Bibliografía
ARDIZZONI, 1918, p. 320–324; AYMERICH, 2018, p. 35, 88-90; BOTTARI, 1954, p. 192–207; CARCHIOLO, 2015, p. 93-97, 106, 112; GROSSIS, 1666, p. 235-270; LIBERTINI, 1952, p. 247–251; PATERNÒ CASTELLO, 1952, p. 252–255; REALE, 1983, p. 53–55, 117-120; VILADOMIU, 2009, p. 172-175, 2021, p. 4-5; VITOLO, 2018, p. 225-228.
Bibliografía
ARDIZZONI Carmelo, 1918, «I sepolcri regi nella nostra Chiesa Cattedrale», Il Monserrato, Anno XIV n. 6; AYMERICH BASSOLS Montse, 2018, La moda a Catalunya al segle XIV. Retalls de la vida medieval; BOTTARI Steffano, 1954, «La tomba di Costanza d’Aragona nella Cattedrale di Catania», La cultura figurativa in Sicilia. Cap. VII; CARCHIOLO Roberta, 2015, «Il sarcofago di Costanza Perez di Aragona e Navarra» Il Restauro degli affreschi di Giovan Battista Corradini nel Presbiterio della Cattedrale di Catania. Una testimonianza pre-terremoto 1693; DE GROSSIS Joannis Baptitae, 1666, Catanesis Dechordi Chord. VII; LIBERTINI Guido, 1952, «Le tombe di Re di Sicilia tornate alla luce nella cattedrale di Catania», Archivio Storico de la Sicilia Orientale, a. V-XLVIII, vol. 58; PARTENÒ CASTELLO Francesco, 1952, «Il ritrovamento del sarcofago della regina Costanza nella Cattedrale di Catania», Archivio Storico de la Sicilia Orientale, a. XLVIII, vol. 48; POLICASTRO Guglielmo, 1952, Catania prima del 1693; REALE Domenico, 1983, Gli ultimi scavi del Duomo di Catania (cemento bizzarro); VILADOMIU Pilar, 2009, Guia de les tombes reials del Casal de Barcelona; 2021, El sarcòfag parla de l’Empresa de la Corretja; VITOLO Paola, 2018, «Per i monumenti funerary dei sovrani aragonesi di Sicilia a Catania, Palermo e Messina: testimonianze documentarie, frammenti ritrovati, ipotesi di ricostruzione». Un’isola nel contest mediterraneo: politica, cultura e arte nella Sicilia e nell’Italia meridionale in Età medieval e moderna. Atti del convegno internazionale.